Ana Isabel, una niña decente

25.09.2011 11:30

 

Resumen:

     La realización de este artículo intenta analizar desde una perspectiva feminista y psicoanalítica, la novela Ana Isabel, una niña decente de la escritora venezolana Antonia Palacios, publicada en 1949. El estudio de teorías feministas ha aportado grandes cambios a la literatura y ha permitido ver a la mujer más íntimamente, además permite conocer los deseos y pensamientos más profundos ocultos dentro de la psique femenina, para así construir el camino para conseguir una identidad propia, un poco desligada de la opresión masculina.

    Las feministas se han propuesto luchar a gran escala por la reivindicación de los derechos de la mujer, la igualdad social, ética, cultural y política en una sociedad determinada por el dominio del patriarcado, para así dejar de ser una minoría y empezar a tener una identidad propia que haga sentir a la mujer como sujeto y no sólo como un objeto manipulable por el hombre.

Palabras claves: dominio, sumisión- opresión, patriarcado,

Introducción

    La teoría feminista ha tenido un gran impacto en la sociedad actual, debido a que destruye los estereotipos temáticos, subvierte las convenciones lingüísticas y sintácticas de la escritura patriarcal mostrando la totalidad de la experiencia femenina en textos donde expresa sus intimidades, hace denuncias marginales, critica los centros de poder y dominación marcados por la opresión masculina hacia la feminidad. En la obra de Antonia Palacios, la niña crece siendo libre pero a la llegada de la adolescencia empieza a tener grandes cambios en cuanto a su comportamiento, pues empieza a adoptar los estereotipos impuestos por la sociedad venezolana de principios del siglo XX.

    La mujer latinoamericana siempre ha vivido en un sociedad dominada por el patriarcado, tanto así, que la mujer ha estado sometida a los patrones, sociales, políticos, culturales impuestos por los hombres, en donde la opresión hacia la mujer es perpetuada por ellas mismas, volviendo a las mujeres sumisas y frágiles. A esto, no ha escapado ninguna mujer latinoamericana, pues, todas de alguna manera hemos sido oprimidas, vejadas, en nuestros hogares y juzgadas negativamente por la sociedad que, solo se fija en los estereotipos de una mujer de siglos pasados, una mujer acostumbrada al maltrato, a la tiranía y al mutismo, sin libertad de opinar y, de tener libre pensamiento. Debido a esto, aparece una mujer luchadora, que esta en busca de la libertad, de la reivindicación y la aceptación de la igualdad en las sociedades machistas.

    Esta lucha lleva años, empezó hace varias décadas de una manera más intensa, aunque en realidad sus primeros pasos se dieron con la publicación de obras literarias escritas por mujeres durante las primeras décadas del siglo XX, donde la mujer dejó de ser solo un objeto y empezó a constituirse como sujeto, dejando a un lado el anonimato bajo el que estuvo escondida varios años. Debido a que, se conoce la existencia de varias obras, artículos periodísticos escritos por mujeres, que dejaron una huella innegable en la literatura venezolana y latinoamericana, pero, que, en muchos casos fueron publicados omitiendo los nombres de sus autoras, o sencillamente utilizando pseudónimos masculinos.

Breve biografía de Antonia Palacios

     Antonia Palacios nació en Caracas en 1915 y, falleció en la misma ciudad en 2001. Fue una gran poeta, novelista y ensayista. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura, en 1976 y el Premio municipal de literatura en 1982.

    Antonia Palacios ha destacado en la ficción venezolana por el cultivo de una prosa artística, dentro de la literatura escrita por mujeres, más ligada a los temas sociales. Su novela Ana Isabel, una niña decente (1949), es una rememoración de la infancia feliz de la protagonista, la cual recupera en sus recuerdos ciertas zonas del centro de la ciudad de Caracas. En 1954 publicó Crónicas de las horas. Tras un prolongado silencio de varios años inició, con Los insulares (1964), un ciclo de cuentos en los que realizaba una incursión poética en el devenir de la conciencia. Su prosa es, en su elegancia, heredera directa del mensaje de Teresa de la Parra. También ha dejado su huella en el cultivo del poema en prosa con el libro Textos del desalojo (1973), que avanza en la línea iniciada por José Antonio Ramos Sucre. Es autora también del volumen de ensayos París y tres recuerdos (1944) y de las crónicas de Viaje al frailejón (1955). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura con El largo día ya seguro (1975).

Anécdota de la obra

    En Ana Isabel, una niña decente se narra la vida de una pequeña niña de 8 años, la cual vivía frente a una plaza, ubicada en Caracas en la época de los techos rojos, época cuando esta ciudad se caracterizaba por el respeto a sus tradiciones y habitantes en un ambiente aldeano, rodeada de casas, Ana Isabel siempre jugaba en la plaza. Esta niña era pobre, pero tenia un apellido de abolengo que la hacia diferente a los demás niños pobres. Su vida transcurría entre dos mundos, el mundo de los niños pobres con los que jugaba en la plaza y, el mundo del colegio, donde compartía con niñas de apellidos reconocidos y familias acomodadas. Ana Isabel es una niña que demuestra una gran inocencia, frecuentemente cuestiona las aseveraciones que hace su madre acerca de los niños pobres. A lo largo de la novela se puede ver los cambios de Ana Isabel, como de niña se comportaba de una manera y con la llegada de la adolescencia cambia totalmente alejándose de los niños de la plaza.

Análisis de Ana Isabel, una niña decente

         Para el análisis de esta obra de la venezolana Antonia Palacios, nos guiaremos por la teoría feminista y el psicoanálisis siguiendo los arquetipos de Jung. Cabe resaltar que, para Jung (citado por Rogel B., 2009) los arquetipos son: “formas o imágenes de una naturaleza colectiva que aparecen prácticamente en toda la tierra como componentes de mitos y al mismo tiempo como productos autóctonos e individuales de origen inconsciente.” Los arquetipos pueden aparecer de forma individual o colectiva, pues se manifiestan individualmente a través de los complejos y a nivel colectivo, cuando caracteriza a una cultura.

        En la obra de Antonia Palacios, se puede estudiar el arquetipo  del patriarcado, que es un símbolo de opresión hacia la mujer, característico de varias culturas latinoamericanas. Los arquetipos representan el inconsciente colectivo que, determinan comportamientos y actitudes, en nuestro inconsciente tenemos grabado el arquetipo de la mujer como un ser sumiso, frágil, noble, callado, obediente, pero que hoy en día esta en busca de cambiar ese paradigma y ser un sujeto capaz de tomar decisiones, expresarse por si misma sin esperar la aprobación de un hombre que la domine.

        En la Venezuela del siglo XX, el patriarcado era el eje principal de la sociedad, todo giraba en torno a la figura masculina, las decisiones, los cargos importantes estaban adjudicados solo a hombres, la mujer no era tomada en cuenta y simplemente se encargaba del cuidado del hogar, con la entrada de la modernidad esto fue cambiando y la mujer contemporánea tiene voz y voto en la mayoría de las decisiones del hogar.

    A pesar de esto, el patriarcado tiene una gran influencia en el inconsciente colectivo, debido a que en la obra de Antonia Palacios, un personaje resalta la hombría con que debe crecer un niño diciendo (Palacios, 2004:131): “-Dios me lo bendiga. Guá, ya va sé un hombre… Y como que va a sé macho como yo.” Esto revela que en la sociedad venezolana de 1920, el machismo estaba sobrevalorado, y en la actualidad todavía puede observase, pues desde pequeños a los niños se les inculca el estereotipo del típico macho, dominador, opresor de la mujer.

   Otro arquetipo que cabe estudiar, es el de la mujer, según Jung (citado en Galdós, Ruiz, & Estramiana, 2007) la mujer en el inconsciente colectivo frecuentemente ha sido vista como la madre, la buena, la sumisa que, cuando es representada por el ánima, puede presentar varias dicotomías, en este caso se dirigirá el análisis hacia la dicotomía Santa versus seductora. Esta es una categoría que representa a la mujer santa versus la mujer pecadora. Este arquetipo del ánima es la representación de lo femenino en lo masculino, se relaciona la mujer santa con todo en cuanto desea tener el hombre, el amor maternal, la familia; por su parte la mujer pecadora, tentadora la que se encarga de ser la perdición de un hombre, a la que se le atribuyen las culpas y desgracias del hombre.

        Por otra parte, para acercarnos un poco al tema de la deconstrucción Derrida (citado por Culler, 1984) la describe señalando que:

En una oposición filosófica tradicional no encontramos una coexistencia pacifica de términos contrapuestos sino una violenta jerarquía. Uno de los términos domina al otro (axiológicamente, lógicamente, etc.), ocupa la posición dominante. Deconstruir la oposición es ante todo, en un momento dado, invertir la jerarquía.

    Según lo leído previamente la deconstrucción cambia la posición del dominado por el dominante, es decir, la posición que ha sido oprimida violenta las reglas e invierte la situación dejando de ser oprimida para ser opresor. Como se da en el caso de la teoría feminista que en algunas ocasiones, el patriarcado deja de ser el eje dominante y se subvierte la situación, situando a la mujer en el lugar antes ocupado por el hombre.

    En la obra de Antonia Palacios, se plantea una deconstrucción del patriarcado pues, la mujer planteada en esta novela busca desligarse completamente del falocentrismo existente,  buscando la liberación tanto de mente como de cuerpo. La mujer santa queda escondida bajo la mujer seductora, tentadora. En cuanto a esto, en la obra se puede leer la siguiente cita (Palacios, 2004):

En ese libro hay pecados que Ana Isabel no sabe que quieren decir. “No fornicar”. Ana Isabel ha preguntado a la señorita, ésta se queda callada y luego dice que es un pecado que no pueden tener las niñas. La señorita dice que Ana Isabel tiene una naturaleza propensa al sensualismo que quien sabe a donde la conducirá. ¿Sensualismo? Ana Isabel ha buscado en el diccionario (…) ¡Claro que ella es sensual! Si casi le da vértigos el perfume de las magnolias y de los nardos. Y siente el perfume recorrerle todo el cuerpo, ya lo tiene en la boca, ya en los ojos, ya en las manos… Sin duda tendrá que acusarse con el padre Mayorca de ser sensual. (p. 60-61)

    Como se puede observar, en la cita anterior debido al comportamiento y a la forma de expresión de Ana Isabel, la señorita la juzga de sensual e insinúa que al crecer esta pequeña niña no será “decente”, tanto así que por las palabras de la profesora la niña siente que ser sensual es pecado y que debe confesarlo al padre. Esto sucede por que se seguían patrones patriarcales donde las niñas deben comportarse de una manera que no exponga su sexualidad en ninguna circunstancia.       

    En las sociedades patriarcales, a las mujeres se les ha hecho sentir fuertemente una opresión hacia el cuerpo, los sentimientos, comportamientos y actuaciones, frente al mundo tan hostil que se les ha impuesto. Siempre se la ha enseñado a la mujer desde muy temprana edad como comportarse acorde a las ideas de lo femenino, advirtiéndole siempre que, ciertas actitudes podrían hacerla ver de otra manera, acercándola más a lo masculino.

    En lo referente al cuerpo, en Ana Isabel, una niña decente (Palacios, 2004) se puede leer:

-No hay que amar al cuerpo- repite siempre tía Clara-, el cuerpo es castigo del alma. Pero Ana Isabel ama su cuerpo. Ama sus brazos que levanta muy alto, sus piernas con que corre, sus ojos con que mira… (p.60)

    Con lo anteriormente descrito, pareciera que admirar, amar el cuerpo fuera un pecado, como si las mujeres no tuvieran derecho sobre su propio cuerpo y debía mantenerse oculto ante la mirada de un extraño y la mirada propia.

    Generalmente, en los libros escritos por hombres, la mujer solo aparece como auxiliar del hombre, no tiene vida propia ni una personalidad bien definida. La aparición de la teoría feminista busca cambiar esto, se le da a la mujer otra perspectiva, que busca narrar historias desde el interior de su alma, además permite que la mujer adopte posiciones mas firmes frente a la sociedad, y tenga en las obras personalidades claramente definidas que buscan la creación de una identidad propia.

         Lo femenino se refiere a todos los patrones que le han sido impuestos a la mujer por normas o convenciones culturales y sociales. Desde hacia varios siglos a la mujer se le ha enseñado que tiene que ser discreta, dulce, frágil, etc. A partir de esta imposición, surge el concepto o la idea de la opresión patriarcal o dominación masculina. Esta opresión, según Toril Moi (1988):

Consiste en imponer estándares sociales de femineidad en una mujer, con el preciso propósito de hacerle creer que estos estándares seleccionados son los naturales. De modo que, una mujer que se niega a asimilar esto se convierte en no-femenina y, por ende, no-natural.

    La mujer que vive y ha vivido en sociedades patriarcales, al creer que los estándares impuestos son los correctos y, que es la forma natural en que debe comportarse la mujer, los asume y, asimila sin ningún problema o reacción contraria, mientras que la mujer que se niegue a seguir determinados estándares es criticada, vejada y humillada convirtiéndola en una mujer poco femenina y, además que sería vista como anormal. De esta manera, la mujer llega a formar parte de las minorías, del sistema periférico que existe en las mayorías de las sociedades actuales y que, es la lucha constante de las mujeres de hoy día.

    Con respecto a esto, en Ana Isabel, una niña decente se puede observar, en unos de los fragmentos como la niña ha sido subyugada y comparada con varones por su comportamiento (Palacios, 2004:166):

-¡Vente Ana Isabel, mira que se va a hacer tarde!/- Déjala tranquila, niño. ¿Para qué va a ir? Ya ella está muy grande para dar carreras por esa plaza con tanto muchacho varón. ¡Te vas a volver una marimacho, Ana Isabel!

    En la cita anterior, se puede observar como algunos comportamientos son aceptados en los varones pero, dado el caso contrario, si es una niña la que intenta comportarse de un modo característico de los hombres, inmediatamente es oprimida y sus deseos son coartados, no se le permite decidir por sí misma y se cohíbe por miedo de ser tratada diferente al resto de las mujeres. Otro fragmento extraído de la obra de Palacios (2004) dice:

Ana Isabel desearía quitarse los zapatos y correr con los pies desnudos sobre la tierra mojada. Ana Isabel ama el sol, pero ama también la lluvia, y cuando llueve, siente locos deseos de estar descalza, sin ropas, y correr desnuda bajo la lluvia. Tía Clara al escucharla comentó severa que Ana Isabel tenía instintos de mujer mala, mujer de la calle. (p. 59)  

    Esta cita, nos muestra como las ideas de libertad de Ana Isabel, llevan a la tía a catalogarla de manera tan denigrante, debido a que en las sociedades patriarcales estas actitudes son desprestigiadas y no permitidas en las mujeres que viven en sociedades patriarcales.  

    Aquella mujer que se muestra desafiante frente a las imposiciones sociales, que se atreve a retar el orden preestablecido hacia lo que se debe ser, hacer, para mostrarse como símbolo de feminidad, con frecuencia adquiere un aspecto que se no se identifica con los estereotipos establecidos, por lo tanto, aquella mujer que no ejerza el rol de madre, no sea administradora del hogar, es socialmente nula e inexistentes en sociedades tan patriarcales como las latinoamericanas.                 

     El feminismo se inició en Estados Unidos como un movimiento social que buscaba la liberación y consecución de igualdad de derechos y oportunidades en aspectos como lo político, social, cultural, que con el trascurso del tiempo logró revolucionar y transformar el mundo, consiguiendo cada vez más adeptas a este movimiento que surgió de unas minorías. Durante este proceso surgieron varias escritoras representativas como Virginia Woolf, Simone de Beauvoir que influyeron fuertemente en la lucha iniciada por mujeres latinoamericanas que durante las ultimas décadas se ha encargado de darle voz propia, logrando romper el status quo, además la escritora contemporánea crea universos que corresponden a sus propios valores, sin negar su biología pero honrando su perspectiva de mujer.         

        La lucha de las mujeres por la igualdad de derechos, ha buscado dar una nueva visión a la idea que se tiene de ser mujer, pero cambiando los estereotipos establecidos por los hombres. La mujer se ha definido a lo largo de la historia como madre, esposa, hermana e hija, debido a esto la mujer se ha visto en la necesidad de buscar su propia identidad, más allá de las características que le han sido atribuidas por el patriarcado.

        Otro aspecto importante y visible en esta obra, es la diferencia de clases sociales, en esta novela, el problema de la discriminación, de la marginalidad del pobre es bastante notable, los centros de poder giran en torno a aquellos que poseen dinero y status y, los pobres son oprimidos y dominados. El poder es una relación de fuerzas, donde hay un dominador y un dominado. En cuanto a esto, Foucault (s/f) sostiene que:

El poder no es una institución ni una estructura, o cierta fuerza con la que están investidas determinadas personas; es el nombre dado a una compleja relación estratégica en una sociedad dada. El poder en el sentido substantivo no existe […] La idea de que hay algo situado en —o emanado de— un punto dado, y que ese algo es un «poder», me parece que se basa en un análisis equivocado […] En realidad el poder significa relaciones, una red más o menos organizada, jerarquizada, coordinada.

    Lo citado anteriormente indica que, el poder existe en todas las sociedades, es una manera de organización que permite la prevalencia del más fuerte. Oprime las voces de los débiles, y por lo tanto el que tenga más fuerza será el que tenga el poder. El poder está relacionado con muchos aspectos de nuestra vida, existen relaciones de poder en lo social, en lo cultural, en la academia, culto e instituciones.

    En la obra de Antonia Palacios, las relaciones de poder ejercidas desde la iglesia y el colegio son bastante obvias, muchos de los niños son excluidos por no pertenecer al círculo social, por no poseer un apellido de abolengo o sencillamente por que las madres les dicen que los otros niños no son gente decente. Como en muchas culturas existentes, que se rigen bajo preceptos católicos la iglesia es uno de los centros de poderes que rigen nuestras sociedades y que, de igual manera nos imponen estereotipos patriarcales, asumiendo posturas que hacen ver comportamientos normales como pecaminosos. Palacios (2004), en su novela dice:

Será Trinidad la que vende pandehornos o Domitila la que vende arepitas. Pero ni a Trinidad ni a Domitila nunca las ha visto Ana Isabel correr desnudas, bajo la lluvia. Tía Clara ha dicho que eso es pecado, un pecado contra el pudor, un pecado vergonzoso… (p. 59)

    Esto demuestra la gran influencia ejercida por la iglesia, que siguiendo patrones machistas oprimen la libertad de la mujer, la libertad de conocer su cuerpo. Para Antonia Palacios escribir esta obra fue un gran éxito, pues para la época en que fue escrita todavía las mujeres estaban apegadas al sistema patriarcal. a partir de allí, se abren caminos para la libertad de expresión de las mujeres escritoras que buscan su aceptación en el canon literario.

    Cixous (1986), en su obra considera que la escritura es el medio por el cual la mujer tiene la posibilidad de apropiarse de aquello que le ha sido anulado por las imposiciones patriarcales: su identidad y, con ella, su cuerpo; deconstruyendo (según el concepto de Derrida) la oposición masculino-femenino en donde se encuentra en desventaja, la mujer podrá reconocerse, recuperarse y redefinirse a sí misma a través de su escritura; para esta autora, la mujer debe escribirse, más bien, reescribirse para encontrar una identidad que esté definida por lo que ella es y no a partir de lo que el pensamiento masculino, patriarcal, establece que ella debe ser y hacer. Escribiendo se rompe el silencio, se rebasa la marginalidad y la represión a las que las mujeres han sido sometidas en mayor o menor grado.

    Antonia Palacios fue una gran escritora, a pesar de que creció en una época marcada por el patriarcado, en sus obras puede verse una mujer libre, que lucha por sus derechos y, no se esconde bajo los estereotipos patriarcales sino que busca su propia identidad, escribiendo obras con un estilo de prosa poética que nos hace viajar a un mundo lleno de colores, paisajes inolvidables y desconocidos por medio de la lectura de sus obras.

Conclusiones

         La escritura se ha convertido para la mujer en un medio para la expresión, la creación de un arte que le permite identificarse y delimitar a la mujer en un contexto que va más allá del impuesto por le patriarcado, sino que por medio del cambio de roles, la mujer ha dejado de ser solo madre, hermana, esposa e hija y a pasado a ser un sujeto transformador, capaz de luchar por la libertad, la igualdad de derechos y la búsqueda de una identidad propia que pueda ser común a otras mujeres.

        Antonia Palacios en su novela Ana Isabel, una niña decente, hace una crítica a la sociedad caraqueña de 1920, ella creció en medio de limitaciones que fueron fijadas por la sociedad regida por el machismo imperante en esa época. La pequeña niña era obligada a seguir ciertos patrones de comportamiento que restringía su capacidad de toma de decisiones.

        Esta novela forma parte de la literatura escrita por mujeres que no se limita a mostrar las opresiones a las que han sido sometidas las mujeres durante varios siglos, sino que logra mostrar una obra completamente diferente que muestra una forma los pensamientos, sueños de una niña que se vuelve mujer en una sociedad falocéntrica, pero narra la historia con un estilo único, característicos de las mujer que se desliga de las imposiciones patriarcales.

Bibliografía

Beauvoir, S. d. (1962). El segundo sexo. Siglo Veintewfer.

Cixous, H. (1986). "The laugh of Medusa". En Adams, Hazard y Leroy Searle Tallahassee. Critical theory since 1965. Miami: Florida State University Press. 308-320.

Culler, J. (1984). Sobre la deconstrucción. Recuperado el 23 de septiembre de 2011, de Teoría y crítica después del estructuralismo: https://www.jacquesderrida.com.ar/comentarios/culler.htm

Foucault, M. P. (s.f.). Michel Paul FOUCAULT. Recuperado el 28 de agosto de 2011, de https://www.luventicus.org/articulos/02A027/foucault.html

Galdós, J. S., Ruiz, B. F., & Estramiana, J. L. (2007). De Moscovici a Jung: el arquetipo femenino y su iconografía. Athenea Digital , 132-148.

Moi, T. (1988). Feminist, Female, Feminine. En e. C. Belsey y J. Moore, The Feminist Reader. Essays in Gender and and the Politics of Literary Criticism. (págs. 117-132). Blackwell Pub.

Palacios, A. (2004). Ana Isabel, una niña decente. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A.

Rogel B., S. C. (21 de diciembre de 2009). Mitología. Recuperado el 18 de septiembre de 2011, de Introducción a la historia del fenómeno mitológico: https://www.mailxmail.com/curso-mitologia-introduccion-historia-fenomeno-mitologico/concepto-arquetipo